La Justicia investigó durante seis meses y probó que el acusado cometió 12 hechos de grooming, 6 de promoción de corrupción de menores y 6 de promoción de prostitución agravada. El tribunal ordenó tratamiento psicológico obligatorio para el condenado debido a la sistematicidad de sus actos.
   La madre contó que el victimario operaba por WhatsApp, Instagram y Telegram, que ofrecía dinero por fotos y proponía encuentros presenciales por hasta $40.000. Aunque citaba a las víctimas en una galería de Salta, esos encuentros no llegaron a concretarse.
   "Uno no se imagina que va a terminar en eso", reconoció la madre, quien notaba comportamientos extraños en su hijo pero nunca imaginó la gravedad. Lograron contener al adolescente y explicarle que no era culpable.
   El caso expone cómo los entornos digitales facilitan la manipulación de menores. Julio López, especialista en seguridad digital, advierte que los niños no comprenden los riesgos tecnológicos: "Su cerebro aún no está preparado para asumir riesgos, igual que no puede manejar un auto".
  López explica que las billeteras virtuales crean un "efecto mastering": los chicos parecen dominar la tecnología pero no entienden sus consecuencias. "Las aplicaciones están tan bien diseñadas que hasta un niño puede usarlas", pero eso no significa que comprendan los peligros.
   Actualmente hay más de tres cuentas financieras por argentino, muchas dirigidas a menores. "Cuando el mercado adulto se saturó, la industria se dirigió a nuevas edades", denuncia López. Los sistemas son meramente declarativos: basta tildar una casilla para validar requisitos sin verificación real.
   "Esto pone a los chicos en riesgo real: pueden recibir dinero desde cualquier lugar sin supervisión. Es la puerta abierta al grooming, ludopatía, lavado de dinero o extorsión", advierte. En países como EEUU, las cuentas menores requieren autorización y verificación adulta.
   López propone restringir el acceso de menores a cuentas financieras, desarrollar sistemas de verificación parental con apoyo estatal y utilizar biometría en lugar de formularios "de buena fe".
   "Hoy los menores no están protegidos. Las leyes están desactualizadas, los controles no existen y los riesgos son enormes. Mientras tanto, seguimos viendo cómo los explotan, los engañan, los abusan. ¿Vamos a seguir mirando para otro lado?", concluye. 
Fuente: diarionorte.com