El informe, titulado "Empleo en tiempos de motosierra", pone bajo la lupa las verdaderas condiciones en las que se insertan los nuevos trabajadores. ¿Qué tipo de empleos están ocupando? ¿Qué condiciones laborales enfrentan? ¿Qué edades tienen? Estas son algunas de las preguntas que guían el estudio.
   Los datos relevados muestran que, hacia fines de 2024, había 13,6 millones de personas ocupadas en los principales 31 aglomerados urbanos del país. Sin embargo, solo el 16,4% de ellas tenía un empleo público, mientras que el 40,1% accedía a un trabajo privado estable.
   El dato más alarmante es que el 43,3% —es decir, unos 5,9 millones de personas— estaba empleada en lo que el informe denomina "trabajo privado desprotegido": empleos sin aportes jubilatorios, sin estabilidad, sin capital propio ni calificación profesional. Este segmento representa el eslabón más débil del mercado laboral, y el primero en sufrir las consecuencias de una crisis.
   Uno de los puntos más destacados del informe es el crecimiento dispar entre el empleo formal e informal. Entre el cuarto trimestre de 2023 y el mismo período de 2024, el trabajo desprotegido creció un 3,4%, incorporando 195.000 nuevos empleos. En contraste, el empleo protegido apenas subió un 1,9% (101.000 puestos), y el empleo público se redujo un 8,9%, lo que equivale a la pérdida de 219.000 puestos.
   El resultado neto: el número total de ocupados aumentó en 78.000 personas, pero este crecimiento se concentró, en gran parte, en trabajos precarios. Un dato llamativo es que buena parte de ese aumento provino de personas mayores de 66 años, un grupo que, en teoría, ya estaría en edad de retiro. De los nuevos ocupados, 42.000 pertenecen a esta franja etaria, que fue la de mayor crecimiento interanual: 6,3% en mujeres y 9,9% en varones.
   Le siguen los grupos de 51 a 65 años, con un incremento del 4,6% en mujeres y 1,4% en varones. En los tramos de edad más productivos —de 27 a 50 años— el crecimiento fue marginal. Pero donde más se sintió el deterioro fue entre los jóvenes de 14 a 26 años: el empleo cayó un 1,6% en mujeres y un 5,6% en varones. Según el IAG, esto refleja un preocupante aumento de la inactividad entre los varones jóvenes.
   "Cuando celebramos el crecimiento de la actividad económica, debemos preguntarnos no solo por la cantidad de empleos, sino también por su calidad y quiénes los están ocupando", señala el informe.
   Por último, el estudio remarca que dentro del universo del trabajo desprotegido hay tanto asalariados informales como cuentapropistas que, aunque facturan, desempeñan tareas propias de un trabajador en relación de dependencia. Se estima que más de 800.000 personas en esta situación emiten facturas sin gozar de derechos laborales básicos, lo que confirma una creciente informalización del empleo.
   El análisis del IAG concluye con una advertencia clara: aunque haya más personas trabajando, muchas lo hacen en condiciones cada vez más frágiles. Una realidad que plantea desafíos urgentes para el futuro del trabajo en la Argentina.
Fuente: diarionorte.com