La causa, que hasta el momento estaba caratulada como "homicidio culposo", fue modificada a "homicidio con dolo eventual", un delito que contempla penas de entre 8 y 25 años de prisión.
   El hecho ocurrió el miércoles por la noche, cuando el joven oficial, de 21 años y miembro de la División Montada de la Policía Federal Argentina, se encontraba de civil y de franco, esperando el colectivo junto a su madre. Según su testimonio, fueron abordados por cuatro delincuentes que les robaron los bolsos. Cuando los asaltantes se retiraban, Aguilar Fajardo desenfundó su pistola reglamentaria 9 milímetros y disparó once veces. Fue el primer tiroteo de su carrera: había egresado en diciembre pasado.
   Uno de los delincuentes murió y otros dos resultaron heridos. Una de las balas de Aguilar Fajardo recorrió casi 200 metros y alcanzó a Thiago Correa, un niño de siete años que estaba a hombros de su padre, esperando el colectivo en otra parada cercana. El disparo le provocó la muerte.
   Durante su declaración ante el fiscal, Aguilar Fajardo aseguró: "Fue cuestión de segundos, no hubo tiempo de pensar. Lo hice porque pensé que a mi mamá la mataban ahí mismo y no la iba a ver nunca más. Entre los agresores y yo no había nadie".
   El fallecido fue identificado como Brandon Corpus Antelo, de 18 años. Recibió seis disparos y murió en el lugar. Los heridos, Uriel Alexis Montenovo y Uriel Emanuel Leiva, ambos de 21 años, también fueron imputados por robo agravado y, tras el cambio de carátula, ahora enfrentan cargos como partícipes necesarios del homicidio de Thiago. Un cuarto cómplice logró escapar y es intensamente buscado por la policía.
   La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, salió rápidamente a respaldar al policía: "Facundo actuó en legítima defensa. Fue una situación desesperante en la que defendió su vida y la de su madre", declaró. Y responsabilizó directamente a los delincuentes por la tragedia: "Thiago murió por culpa de quienes eligieron salir a robar. Ellos deben pagar con prisión perpetua".
   Bullrich también anunció que pedirá el cambio de calificación legal para los delincuentes, solicitando que se los impute por tentativa de homicidio. "Si los ladrones no hubieran salido a robar, hoy Thiago estaría con su familia. Acompaño con el corazón a las familias de Thiago y de Facundo en este momento", añadió.
   Pero para la fiscalía, la actuación de Aguilar Fajardo excedió los márgenes de la legítima defensa. Según el fiscal Rulli, el policía disparó cuando los delincuentes ya huían y lo hizo en una avenida con circulación de personas y vehículos, lo que convierte su accionar en una conducta temeraria. Por ello, además de mantener la imputación por "exceso en la legítima defensa", consideró que hubo dolo eventual: es decir, que el oficial, aunque no haya tenido intención directa de matar a Thiago, debió prever que su acción podía terminar en una tragedia y decidió correr ese riesgo.
   La diferencia no es menor. Mientras el homicidio culposo —por imprudencia o negligencia— tiene penas de hasta cinco años, el dolo eventual se encuadra dentro del homicidio simple, con un castigo significativamente mayor.
   En paralelo, el dolor se hizo visible en las calles de Ciudad Evita. Ayer, la comunidad despidió a Thiago en un velatorio cargado de congoja. Hoy serán sepultados sus restos. Desde su escuela y el club de fútbol donde jugaba, se organizaron homenajes y actos de despedida para recordarlo.
   La tragedia abre nuevamente el debate sobre el uso de la fuerza por parte de las fuerzas de seguridad, el alcance de la legítima defensa y el rol del Estado frente a hechos que terminan en la muerte de personas inocentes. Mientras tanto, la justicia deberá definir el futuro del joven oficial y de los implicados en el robo, en una causa que no deja de sumar controversia y dolor.
Fuente: diarionorte.com