Según informes recientes destacados por la BBC, estas instituciones reportan una notable mejora en el ambiente estudiantil: menos conflictos, mayor interacción social y un regreso de las risas a los pasillos. Este cambio refleja cómo políticas simples pueden transformar positivamente el desarrollo infantil y adolescente.
El psicólogo Jonathan Haidt, autor del libro "La generación ansiosa", analizó ampliamente este fenómeno. En entrevistas recientes, Haidt señala que los jóvenes de la Generación Z son plenamente conscientes de los efectos negativos de los teléfonos móviles, pero se sienten atrapados en un sistema que fomenta su uso constante.
"No he conocido a ningún miembro de esta generación que diga que los teléfonos son buenos para ellos. Todos ven el problema, pero no saben cómo escapar", afirma el autor.
No se trata solo de las pantallas, también del contenido que ofrecen. Plataformas como TikTok, con videos cortos y fragmentados, son especialmente perjudiciales para el desarrollo cognitivo, ya que no solo no entrenan, sino que desalientan la concentración y la constancia.
Resultados positivos
Escuelas que prohibieron los teléfonos móviles experimentan una reducción en problemas disciplinarios, ausentismo y retrasos, además de un aumento en la puntualidad. Los estudiantes también interactúan más entre ellos, lo que mejora el ambiente escolar. Países como Reino Unido y Australia lideran esta tendencia, mientras que en EEUU, aunque inicialmente hubo resistencia, el cambio de mentalidad está ganando terreno.
Haidt destaca que esta medida no solo beneficia la convivencia escolar, sino que también aborda preocupaciones más profundas sobre el impacto de las pantallas en la salud mental y el desarrollo cognitivo de los niños.
Sobreprotección parental
Otro factor clave analizado por Haidt es la sobreprotección parental, que se intensificó en los años 90. Durante esa década, la percepción de un mundo más peligroso llevó a los padres a restringir la libertad de sus hijos, optando por mantenerlos "seguros" en casa frente a dispositivos electrónicos. Esta dinámica, combinada con el auge de la tecnología, resultó en un aumento significativo del tiempo frente a las pantallas.
Además, las demandas laborales y familiares han exacerbado esta tendencia. Las madres trabajadoras, por ejemplo, enfrentan una presión creciente para equilibrar sus responsabilidades, lo que ha convertido a las pantallas en una herramienta de alivio temporal. Sin embargo, este recurso tiene un costo: afecta el desarrollo social y emocional de los niños.
El rol de las grandes tecnológicas
Haidt también critica el papel de las empresas tecnológicas en la transformación de la infancia. Aunque en los años 90 el acceso a Internet se promovía como una herramienta educativa, hoy plataformas como TikTok, Snapchat y Meta priorizan maximizar el tiempo de uso mediante algoritmos adictivos. Esto ha generado una inversión en el problema de la igualdad educativa: mientras antes se buscaba democratizar el acceso a la tecnología, ahora el desafío es proteger a los niños de sus efectos negativos.
"Tenemos que dar a los niños pobres las mismas protecciones que tienen los niños ricos", sostiene Haidt, subrayando la necesidad de reducir el tiempo frente a las pantallas para garantizar un desarrollo cerebral saludable.
Cómo ayudar a los niños a desconectarse
Para Haidt, el problema no radica únicamente en la cantidad de tiempo frente a las pantallas, sino en el tipo de contenido al que están expuestos. Plataformas como TikTok, con videos cortos y fragmentados, son especialmente perjudiciales para el desarrollo cognitivo, ya que no solo no entrenan, sino que desalientan la concentración y la constancia. En su opinión, es fundamental proporcionar a los niños oportunidades de interacción social y experiencias significativas fuera del mundo digital.
El autor también enfatiza la importancia de educar a los niños sobre los riesgos de las pantallas. Actualmente trabaja en una versión de su libro dirigida a niños de entre 8 y 12 años, con el objetivo de enseñarles a identificar las estrategias manipuladoras de las empresas tecnológicas. Su mensaje es claro: "¿Quieres tener una vida emocionante? No dejes que estas empresas te engañen y te atrapen".
Llamado a la acción colectiva
Haidt se muestra optimista sobre la posibilidad de generar un cambio significativo, pero enfatiza que este esfuerzo debe ser colectivo. Familias, escuelas y gobiernos deben trabajar juntos para limitar el tiempo frente a las pantallas y fomentar actividades que promuevan el bienestar emocional y social de los niños.
El debate sobre el impacto de las pantallas en la infancia continúa, pero las experiencias de las escuelas que han prohibido los teléfonos ofrecen un ejemplo valioso de cómo las políticas adecuadas pueden marcar una diferencia tangible en la vida de los niños. Restringir el uso de dispositivos móviles no solo mejora el ambiente escolar, sino que también contribuye a un desarrollo más saludable y equilibrado para las nuevas generaciones.
Fuente: diarionorte.com