El Dr. Carlos Silva Neder juró como vicegobernador y asume su segundo mandato.

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El Dr. Carlos Silva Neder juró como vicegobernador y asume su segundo mandato.
El Dr. Carlos Silva Neder juró como vicegobernador y asume su segundo mandato.

10 de Diciembre, 2025-Exceso de pantallas y salud mental-En tiempos en que los recreos parecen transcurrir detrás de una pantalla y las conversaciones entre chicos compiten con el zumbido incesante de las notificaciones, un colegio mendocino decidió poner un freno.

Lo más notable es que el impulso no vino de las autoridades educativas, sino de las propias familias. En el Colegio San Nicolás, ubicado en Luján de Cuyo, unas 300 madres y padres firmaron un acuerdo con la institución que ya se transformó en un fenómeno nacional: el Pacto Parental, un compromiso colectivo para retrasar la entrega del primer smartphone hasta los 13 años, prohibir redes sociales hasta los 16 y restringir por completo el uso del celular dentro de la escuela.

La iniciativa, que empezó como un intercambio entre un puñado de padres de sexto grado inquietos por la exposición de sus hijos, se convirtió en menos de un año en un movimiento social replicado por otras instituciones de Mendoza, Córdoba y Buenos Aires. Lo que los une es una preocupación común: el impacto que la hiperconexión tiene sobre la salud mental, los vínculos y el desarrollo emocional de niños y adolescentes.

De grupo de WP a movimiento nacional
El origen del pacto no tiene nada de épico. Un grupo reducido de familias comenzó a conversar, casi casualmente, sobre la cantidad de horas que sus hijos pasaban frente al teléfono y el tipo de contenido que recibían sin supervisión. Muchos coincidían en escenas cotidianas: chicos que no podían dormirse hasta tarde por la expectativa de nuevos mensajes tensiones en grupos de WhatsApp plagados de chistes agresivos vínculos que se deterioraban por videos compartidos sin consentimiento recreos enteros sin un saludo, con el cuerpo en el patio pero la mente en la pantalla.

Ese clima de inquietud se propagó rápidamente por los chats de toda la comunidad educativa. "Nos dimos cuenta de que si cada familia actuaba por su cuenta, era inútil. Los chicos que recibían el celular más tarde quedaban como los únicos ‘raros’, aislados", explican los impulsores. Así, lo que comenzó como un intercambio informal se transformó en un acuerdo que hoy reúne a unas 300 familias y que se consolidó con la intervención activa del colegio.

El pacto tomó aún más fuerza cuando apareció como plantilla descargable en pactoparental.org, un sitio que permite a cualquier comunidad educativa replicarlo y modificarlo según sus necesidades. En pocas semanas, el modelo trascendió la provincia.

Qué dice exactamente el Pacto Parental

El acuerdo se sostiene sobre tres pilares: retrasar, restringir y acompañar.

1. Retrasar la entrega del primer celular: las familias se comprometen a no comprar un smartphone antes de los 13 años. La idea, explican, no es privar a los chicos de herramientas tecnológicas, sino evitar la exposición temprana a un universo que no pueden gestionar emocionalmente.

2. Prohibir redes sociales hasta los 16 años: el pacto apunta a limitar el acceso a Instagram, TikTok o Snapchat, plataformas que funcionan bajo lógicas de exposición constante, comparación permanente y estímulos que impactan de lleno en la autoestima adolescente.

3. Restringir el celular en la escuela y en actividades sociales: el Colegio San Nicolás aplicó una política de "cero celulares" en primaria. En secundaria, desde 2026, los estudiantes podrán llevar el dispositivo, pero deberá permanecer apagado en la mochila durante toda la jornada. Las familias también acordaron desalentar que los chicos lleven dispositivos conectados a cumpleaños, pijamadas o reuniones de amigos.

El pacto también incluye compromisos entre adultos: mantener un frente común para que las reglas no sean imposibles de cumplir, sostener el diálogo con docentes y especialistas y revisar el acuerdo periódicamente a medida que surjan nuevos riesgos digitales.

La salud mental como bandera central
La motivación que más se repite entre los impulsores es la misma: proteger la salud mental de los chicos. Aunque el Pacto Parental no cita estudios concretos, se apoya en un diagnóstico ampliamente compartido por pediatras, psicólogos y organismos internacionales: los menores están expuestos a una carga inédita de estímulos digitales que impacta en su bienestar emocional.

Las familias describen un escenario cada vez más frecuente. Niños que se irritan cuando les quitan el teléfono, adolescentes atrapados en un sistema de notificaciones que no les permite desconectarse ni concentrarse, chicos que reciben cientos de mensajes diarios y que sienten la obligación de responder para no quedar fuera de la conversación. A esto se suman los riesgos que circulan por redes: comparaciones físicas, burlas públicas, exposición sexualizada o desafíos peligrosos.

La preocupación también abarca el sueño. Muchos padres cuentan que sus hijos se dormían con el dispositivo en la mano, pendientes de la próxima luz de la pantalla. Lo que debiera ser un espacio de recuperación se transforma así en un terreno de ansiedad.

Aunque no hay datos cuantitativos aportados por el pacto, las familias hablan de una "generación ansiosa". Y las escuelas lo ven todos los días: falta de atención, cansancio permanente, dificultad para sostener la lectura y aumento de la irritabilidad.

Un deterioro silencioso en los vínculos sociales
Más allá de la salud mental, el Pacto Parental pone el foco en un deterioro que ya es evidente en los patios escolares: la pérdida del encuentro cara a cara.

Docentes de varias instituciones mendocinas describen un cambio profundo en la cultura escolar. Los recreos, antes espacio de juegos, conversaciones y vínculos, se transformaron en un momento para "ponerse al día" con videos, mensajes, posteos o partidas online. "Los chicos se juntan, pero no se miran. Están físicamente juntos, pero cada uno metido en su pantalla", repiten los docentes.

Las familias también observan que los teléfonos alteran la dinámica social y aumentan conflictos: exclusiones impulsivas en grupos de WhatsApp, chistes virales que humillan, capturas de pantalla usadas como arma. Aunque no siempre terminan en casos graves de bullying, generan un clima permanente de tensión y vigilancia.

El pacto, explican, busca recuperar espacios de juego real, deporte, lectura y aburrimiento creativo, elementos fundamentales del desarrollo infantil que la hiperconexión ha desplazado.

Entre la normativa y la preocupación social

La provincia de Mendoza cuenta con una legislación que autoriza el uso de celulares en el aula para actividades pedagógicas, siempre bajo supervisión docente. La Ley 9611, aprobada en 2023, permite a cada institución reglamentar internamente restricciones más severas. Ese marco habilitó que colegios como San Nicolás, San Luis Gonzaga o Las Candelas adoptaran políticas de "escuelas libres de celulares".

Al mismo tiempo, la Dirección General de Escuelas viene impulsando programas de formación en uso responsable de la tecnología, seguridad digital y prevención del ciberacoso. El clima social, además, está atravesado por episodios recientes de bullying y difusión de videos violentos que despertaron una fuerte demanda de medidas preventivas.

En este contexto, el Pacto Parental no aparece como una imposición estatal, sino como una decisión comunitaria que se articula con las normas vigentes y que incluso inspira cambios en otras jurisdicciones.

La necesidad de actuar en bloque
Uno de los argumentos más potentes del pacto es el carácter colectivo de la decisión. Las familias reconocen que, durante años, la presión por entregar el celular cada vez antes se volvió insostenible. Si los padres de un niño querían esperar hasta los 13 o 14 años, rápidamente se encontraban con el reclamo: "Soy el único de la clase que no tiene".

Ese aislamiento —real o percibido— hacía fracasar cualquier intento de regulación individual. "El pacto no es para prohibir, es para no dejar solos a nuestros hijos", remarcan los firmantes.

La masividad del acuerdo permitió nivelar expectativas: todos los niños y adolescentes del colegio reciben los mismos límites, y todos los adultos quedan amparados por una regla común.

¿Y la evidencia científica?
Aunque los impulsores mencionan con frecuencia "estudios que muestran" asociaciones entre pantallas, ansiedad y depresión, lo cierto es que el Pacto Parental no presenta una lista de investigaciones específicas. Sus argumentos se apoyan más en observaciones cotidianas, testimonios familiares y recomendaciones generales de profesionales que en estadísticas duras.

Para los padres, esto no es una debilidad sino una urgencia: "No necesitamos esperar un paper para ver que nuestros hijos no pueden soltar el celular", sostienen. La evidencia, explican, está en los recreos silenciosos, en las noches sin sueño, en los conflictos digitales que se cuelan en la vida escolar.

Un debate que recién empieza
El avance del Pacto Parental desató un debate profundo sobre el rol del Estado, las familias y la escuela frente a la hiperconexión. Algunos especialistas advierten que prohibir no es suficiente y que la alfabetización digital debe ser un componente esencial. Otros señalan que, en un contexto de sobreestimulación, establecer límites es no solo razonable sino necesario.

Mientras tanto, en el Colegio San Nicolás la escena cotidiana cambió: los recreos volvieron a ser ruidosos, los grupos de WhatsApp dejaron de dominar el clima escolar y los padres sienten que lograron "recuperar un poco de infancia".

Aunque el pacto no sea una ley ni incluya sanciones, su fuerza radica en algo mucho más antiguo que cualquier tecnología: la convicción de una comunidad que decide actuar unida para cuidar a sus hijos.

10-12-25 Fuente: diarionorte.com

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